Entre los lagos Villarino y Filo Hua hum, el valle del Falkner guarda una historia que aparece muy poco en los registros «oficiales» pero que vive en cada sendero, en cada caballo que recorre la montaña. Es la historia de una familia patagónica. Una historia de pobladores, pioneros, domadores y leyendas de los inicios de la Patagonia. Una historia que hoy renace en FILUKO
Clara llego a esta zona cuando la vida era rustica, los Caminos eran huellas y las comunicaciones llegaban a caballo. Pero su mirada iba mas allá: Veía en esas huellas y paisajes una oportunidad para el desarrollo, el encuentro y el turismo.
Pero Clara no solo pidió caminos: también solicito autorización para construir la Hostería Villarino, un lugar pensado para dar alojamiento a aquellos que por aquel entonces recorrían nuestra basta Patagonia por tramites o compras que demoraban meses. Esta visión temprana del turismo en la región nunca fue reconocida como merecía, y su iniciativa olvidada- quizás intencionalmente en los relatos oficiales.
Una historia de que algunos no quieren contar. quizá porque incomoda porque rompe con ciertos relatos de algún «Doctor pionero», cuya participación en la historia despierta hoy serias dudas y cuestionamientos o porque al contarla pone en valor el papel de una mujer cuando las decisiones estaban en manos de otros, pero nosotros creemos que es hora de rescatarla, honrarla y contarla con orgullo.
Clara fue borrada de los registros oficiales pero no todos los documentos se «perdieron», como así de la historia viva de este lugar.
Tenia fuerza carácter, vision y una fuerza poco común para la epoca. Clara no era una pionera mas, era una visionaria y como muchas mujeres de la historia, su legado fue silenciado, pero no olvidado.
Lago Falkner y mas allá| finales del siglo XIX
En el otro extremo del valle, Vivian Los Vázquez, Don Salustiano Vázquez y sus hijos – Bisabuelos maternos, Pobladores de Filo Hua Hum, Hombres y mujeres de campo que conocían cada arroyo, cada huella de animal, cada estación. El ejercito Argentino le confió la tarea de amansar sus caballos para la división de los andes del General Conrado Villegas. Aportando con sus manos y su saber la presencia del estado en estas tierras remotas. No eran tiempos sencillos: había que atravesar montañas enteras, cruzar ríos con heladas todavía marcadas dormir en el monte. Los Vázquez lo hacían con valentía. Con el tiempo también fueron victimas del avance de intereses: con una causa armada asesinaron a los hijos de Don Salustiano y a el lo desalojaron de su tierra, Luego de eso se funda en ese lugar una «estancia» ..
No fue un caso aislado. fue parte de una lógica cruel y silenciosa. Pero aun hoy, hoy en las piedras del filo, en el relincho de un caballo libre o el bramar de un toro, se siente su presencia. El apellido Vázquez sigue cabalgando por la basta «pampa grande»
Abuelo materno | Peón de vigilancia y domador de caballos
Parte de esa línea familiar también esta compuesta por nuestro abuelo materno Guillermo Parada, quien era domador de los caballos de Parques Nacionales y peón de vigilancia, cuando recién comenzaba esta institución. El es una figura silenciosa pero esencial para saber de donde viene la esencia y el vinculo con la tierra y los animales . Toda esa herencia proviene de el y de su padre quien también se dedicaba a la ganadería en la zona de Esquel
Esas dos historias se unieron, por medio de José Ernesto Betanzo (nieto de Clara) y Guillermina Fernández (bisnieta de Salustiano).
El valle del Falkner un testigo silencioso de una historia familiar que resiste al tiempo, injusticias y al silencio que intenta borrar las voces de quienes soñaron, resistieron y caminaron este lugar mucho antes de llegaran las rutas y los mapas
Guillermina y José mantienen viva la historia de sus ancestros y lo hacen con orgullo. porque saben que no hay mapa que valga si no esta trazado con la verdad y en ese mapa FILUKO es una parada necesaria, donde el pasado respira y el futuro se construye con raíces profundas.
Filuko no nace de una idea: Nace de una historia. Una historia real, de coraje y silencios. Nace de una mujer que abrió caminos cuando no se podía. De un bisabuelo, una leyenda, de una familia despojada, pero nunca vencida.
Nace del viento que aun susurra los nombres de Clara en los arboles del Falkner y de Los Vázquez en el rio filo Hua hum. Nace del fuego que no se apago, aunque intentaron e intentan borrar sus huellas.
Filuko es eso: Memoria viva. Turismo con raíz. Un modo de caminar el territorio sabiendo de donde venimos. Cabalgamos no solo por senderos , sino por las historias que nos hicieron. Honramos la tierra con cada paso, con cada caballo, con cada gesto sencillo.
Porque esto no solo es un proyecto. Es una promesa a los que vinieron antes. Y un legado a los que vendrán.